De Star Trek al Ecce Homo
Saber lo que queremos lograr
Además de inspirar nuestros sueños, la ciencia ficción ha servido para guiar no pocas innovaciones. Desde las tablets, inspiradas en 2001: Una Odisea en el Espacio, a los móviles, definitivamente guiados por la idea del tricorder de Star Trek, muchas innovaciones son fruto de buscar alcanzar los sueños de la literatura o el cine. En algunos casos hemos llegado a la meta y, en otros, siguen siendo una referencia de futuro, como sucede con la teleportación.
Sin embargo, hay una cosa que creo que es muy importante en estos logros en los que juntamos sueños con tecnología: y es la concreción. Como diría mi amigo Alorza con su celebrada historia de la caza del mamut lanudo (el tener un dibujo une a una comunidad en un sueño), los relatos de ciencia ficción han ayudado a visualizar hacia dónde queremos ir. Pensemos que en historias como Star Trek, muy marcada por su tiempo (ya se sabe, la revolución del amor, los hippies y el pacifismo) hemos avanzado enormemente en lo concreto (el tricorder) y avanzamos hacia otras ideas (teleportación), pero en las cosas más abstractas y difusas, como la paz universal y la diplomacia de la Federación de planetas ni están ni se las espera.
Evidentemente no es lo mismo: no es igual imaginar un cacharro que pensar todo un orden político y mundial. Sin embargo, mi punto, igual que ocurre con la idea de Alorza, es que la innovación (también la digital) requieren tener una idea de hacia dónde estamos apuntando… o, mejor dicho, de saber cómo tiene que ser la meta.
Decía el inventor de la inducción (he hablado de ciencia ficción, así que, como no hablar de cocina), que él no se daría por satisfecho con el invento hasta que no pudiera hacer un chocolate caliente como el de su abuela. La prueba definitiva fue, efectivamente, un chocolate caliente.
El campo de distorsión de la realidad
La creación de un proyecto de innovación, por lo tanto, es fruto de tener una idea concreta, quizá no tanto de lo que quieres crear, sino de lo que quieres conseguir. Lógicamente, esto suele ser complicado especialmente porque, en muchos casos, no se ha hecho antes (de ahí que se llame innovación).
El segundo elemento que necesitamos en esta ecuación es pensar que es posible hacer lo que queremos hacer. En este sentido, es fundamental que esa visión de lo que queremos hacer este acompañada de un espíritu especial. Algunos lo llaman determinación, otros visión, a mi me gusta pensar en una mezcla entre convicción y exigencia.
Uno de los temas que más definen la figura de Steve Jobs es lo que sus colaboradores llamaban “el campo de distorsión de la realidad” (otra idea sacada, curiósamente, de Star Trek). La convicción (y capacidad de persuasión) de Jobs de que lo que quería hacer era posible, pero que tenía que ser lo que quería que fuera, movilizaba equipos y hacía, tanto hundir empresas como revolucionar la tecnología con el iPhone. La linea entre el fracaso absoluto y la revolución a veces es tan tenue que una persona puede traspasarla varias veces.
La innovación es no rendirse
En todo caso, tenemos una meta y tenemos espíritu, ahora lo que nos falta es trabajar, y eso es la parte difícil. Cuando hablamos de la tolerancia al fracaso en la innovación esbozamos una línea tan confusa como la del campo de distorsión de la realidad.
Un día, en una conferencia del diseñador jefe de Gmail hablaba de que nadie habla de “fracaso” cuando un niño aprende a tocar el piano (hay que decir que en la conferencia hablaba del chat de Gmail, que es un ejemplo de una cosa que no salió del todo bien) y me pareció una buena imagen. Innovar es un aprendizaje, así que, por un lado es muy probable que te des muchos golpes, pero es el seguir hasta alcanzar esa imagen que teníamos en mente (el tricorder) incluso cuando nos parece imposible (el campo de distorsión de la realidad). Pensemos que desde Star Trek al iPhone hay casi 50 años, varias tecnologías, avances, retrocesos y golpes de suerte. Un trabajo realmente colectivo (incluso involuntario) que nos ha llevado a consumar una imagen que parecía imposible.
El fracaso de la eAdministración
En todo caso creo que cuando hablamos de “fracaso de la eAdministración” no estoy seguro de que sea cierto. En realidad, creo que nos falla el primer elemento: no tenemos una idea de eAdministración, ni siquiera de administración. Esbozamos algunas ideas (más en negativo que en positivo, menos trámites, menos papeles, menos plazos…), pero ¿a quién entusiasma eso? Es decir, a mi me gusta dejar de tener dolor y molestias, pero, caramba, no diría que me entusiasma y se me convierte en un proyecto que se me vaya el dolor de mis tres maravillosas hernias ganadas con esfuerzo.
En mi opinión, no tenemos un fracaso porque ni hemos tenido una imagen de qué administración queremos hacer, ni hemos sido honestos con lo que podríamos lograr. Cuando hablaba de la tenue línea entre la genialidad y el fracaso es fácil pensar en Steve Jobs, pero no tan fácil pensar en Cecila Giménez (no es familia). Por si no recordáis a Cecila, ella hizo la ya celebérrima restauración del Ecce Homo de Borja, que se ha convertido en un meme que ha salido hasta en Hacks. Cecilia tenía una visión (hacer el cuadro), tenía espíritu (quién lo puede dudar), pero, desde luego no tenía ni condiciones para afrontar el reto, ni posibilidad de aprender (restaurar una obra de arte es una cosa que haces solo una vez).
Personalmente creo que lo que nos ha pasado es también, en gran medida, lo que le pasó a Cecilia… aunque teníamos alguna idea de lo que podíamos hacer llevamos desde 2002 queriendo acabar con el papel y los trámites.
Si queremos hacer un cambio, no vayamos a la gran película: vamos al tricorder y no a la federación de planetas o el motor de curvatura… Vayamos a lo concreto, a los pequeños retos que nos pueden facilitar la vida, aferrémonos a la sensación e insistamos, insistamos e insistamos hasta que logremos el tricorder, el chocolate con churros o el iPad. No nos conformemos consiguiendo solo el Ecce Homo.
Mas cosas.
He estado escribiendo y este mes he logrado los dos posts prometidos: en uno hablé de la historia de la eAdministración en la AGE y en otro de los retos que se le vienen encima a la Agencia de Administración Digital. Entre medias se pasó Enrique Benítez a hablar de consultoría y transformación digital.
Además, sigo escribiendo (más a menudo) en el blog de Gobierto, así que ya sabéis dónde encontrarme… y ya de paso, si queréis, podeis echarle un vistazo a Gobierto Contratación….